sábado, 8 de enero de 2011

Cambio de divisa

Fuiste tú quién borró
de la tristeza parte de la soledad.
Fuiste tú quién encontró
de entre la oscuridad un resquicio de placer terrenal.
Fuiste tú quién decidió
que la luna sería mía aquel atardecer.

Y a cambio de todo.

Fueron desastres acaecidos
en noches desplicentes,
fueron sombras banquecinas
derás de bocanadas de humo,
fueron horas intempestivas
repletas de humillaciones.

Quienes, entre otras, sucumbieron
a la otra cara de la moneda.
Y por que de entre todas
las cosas,
me sigo preguntando
lo mismo.