Y es que nunca pensé que el sol pudiera dañar de tal manera mis ojos.
Y es que siempre creí que la noche sería eterna el día de mi partida.
Y no llegare a ser capaz de correr más que un gamo. [Veintitrés segundos/hora]
Y no intentare conseguir jamás lo que me pertenece por derecho.
Y son mis descontroladas luchas las que destrozan cada flor.
Y son las guitarras desafinadas y cegadoras en destellos las que me roban el valor.
Y que cada veintitrés segundos fuera apareciendo de nuevo.
Y que en mente fuera cada mentira una verdad como el sol.
Hay espejismos que en cada corazón hace llover y distraer.
Hay locuras que aclaran y me hacen centrar.
Hay culpas que liberan.
Hay olvidos que jamás seré capaz de recordar y harán cambiar.
Y es que los compromisos fueron cosas de mi anteayer.
Y es que vuelvo a ver y necesito romper.
Y no pude encontrar los restos de la quema de hombres.
Y no llegaré tarde a mi cita con la historia, puntual. [Veintitré segundos.]
Y son crueldades que tuve que cometer pa’ poder correr.
Y son ciudades ardiendo entre la lluvia de penas.
Y que se caiga el mundo sin remedio ni absolución. [En vintitrés segundos.]
Y que en veintitrés segundos me vengan encima todas mis preocupaciones.