Sólo me he quedado,
y la soledad ha dejado
una espina clavada.
El perdón que jamás
podrá ser dado
se encierra en un minúsculo
ataúd dentro de un
nicho de piedra.
Ahora los recuerdos
me atormentan y relajan.
No soy capaz de contabilizar los 'Te quiero'
por los que soy moroso y por siempre te debo.
Cuesta respirar cuando
lo que no sabes que tanto
quieres comienza a ser ceniza.
Lo que más echo de menos
es saber que estás ahí
cuando mi mirada no está clavada en tí.
Ahora siempre está clavada
donde deberías estar.
No sé si Dios existe,
pero lo que tengo claro
es que si Él existe,
no tiene perdón de Dios.