Cautivo del movimiento más estático
he comprendido que es mejor
esperar a la última estación
cerrada, abrazada en el consuelo de las pisadas.
En cada palabra esconde una perturbadora mirada
cual ave real enclaustrada,
prisionera de aquella balaustrada,
tan sedienta como ayer,
peleando en la batalla.
Dejarán las mentiras al desollar
al inconsciente valor enfrentado
que vuelve a casa, renunciando.
Tan sólo salir a la ventana y volver a entrar,
tan sólo correr contra marea y descansar al acertar,
tan sólo un copo de nieve cara a cara con el sol.
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