Sueñas cada batalla ganar,
no sabes el odio olvidar:
sangrar, alterar, pelear sin perdonar.
Cada vez que ves las salidas
viras el rumbo con destino impreciso
sin morir por mera casualidad.
No sé descifrarte,
recordarte que ya sabes vivir,
que ocultar no es solución,
que luchar no es a veces opción.
Y verás salir el sonido del dolor,
y caerás, en cada sueño al huir,
y darás, la espalda a todo calor,
y soñarás, con abrir esa carta al final.
Sólo eres tú tu mágica poción,
el veneno de la inmortalidad
sigue el sendero por el que vas
desertando cada invierno sin dos.
Qué gritar, qué mirar, qué adorar,
si en cada mundo una prisión.
Qué deber, qué querer, qué pretender
por cada fibra de un intento muerto
oliendo a vida en toda flor.
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