cerca de la medianoche.
Sombras ya planeaban
sobre la latente llamada,
entre las dudas y el naufragio
en la suave calma que precedía.
Dejadas sobre la almohada,
descansan, no tan relajadas,
las plumas y el reflejo
de aquella inocente mirada.
Debajo de la cama,
el daño y el perjuicio
inocente de su causa,
y culpable del alivio.
Me juré que la maldición crónica,
no sería la culpable de la pérdida.
no sería la culpable de la pérdida.
Sumaré los sueños de la noche de los fuegos,
y restaré la inocencia de la sabiduría perdida.
y restaré la inocencia de la sabiduría perdida.
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