Saltando la ley comarcal entre los murmullos
suspira el joven rey un augurio bíblico,
la llamada al concierto silencia el grito satánico.
Y mientras la marea se aleja cual ave
la brisa desciende sobre el risco meloso
volviendo en el momento justo de caer.
La tribu sigue sin dejarse ver.
Otoño senil siente las hojas caer,
el árbol blanco cubierto de desnudez
cuando el leñador corta por encima de la raíz.
La brisa es huracán,
la marea en tempestad
zamarrea los barcos en puerto.