caras pegadas al cristal,
que intentan borrar recuerdos desechos...
Que hemos de atravesar fronteras
sin perder lo que cada cual llegó a ser...
Que toque llorar,
pues nuestra opinión,
será manipulada por sentir,
falte y zozobre la libertad...
Como el niño que hay dentro de mi
no veré la lluvia y el trueno caer.
Como el adulto que nunca seré
esperaré sentado a que me llegue el momento.
Es la falta de valor,
ante el miedo no sé bien a qué,
será el elixir que me lleve a morir,
será el pavor a seguir,
por que sigo aquí debajo
sin notar el cansancio.
Dejad ver quien robó
mi inocencia y mi obsesión,
y para ello dejad fluir la situación...
Pero no, pero sí,
no obstante aún miro atrás
en el sucio y viejo retrovisor.
La complicidad al borrar esos recuerdos,
tan futuristas como los planes que nunca son tal.