al jinete de su sueño.
No quiere perder el momento
de ser quien la desdicha viene a traer.
Y se cansa
en su vano intento
de verme tirado,
ahí,
en el sucio y frío suelo,
abrazando sin consuelo
los restos de mi último aliento.
Déjeme,
quiero oír, escuchar,
gritar y saltar,
correr y avisarme
a mí mismo
de tu maldad.
La risa que me provoca, ...
la oscuridad, que fría está...
No queda nada ya,
sólo tú, sin la voz,
que inundó
este lado oscuro
de mi corazón.
Dame tiempo para aceptarlo.
Por favor,
que mi dios no nació aún,
por favor dame tiempo
para cerrar la puerta de tu destrucción.
Quiero no sentir
la fría guillotina
rebanando mi tosco cuello
sin remedio ni absolución.
Y ahora sólo puedo decir:
Déjeme,
quiero oír, escuchar,
gritar y saltar,
correr y avisarme
a mí mismo
de tu maldad.
La risa que me provoca, ...
la oscuridad, que fría está...
No queda nada ya,
sólo tú, sin la voz,
que inundó
este lado oscuro
de mi corazón.
Dame tiempo para aceptarlo.
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