Rompí la brújula que guiaba al oirte decir de la nada...
Y corrí muy lejor de allí.
Donde no me encontraras.
Y me perdí, pero luego seguí luchando para poder volver a sufrir.
Es ser testigo de una piel, ajena
a la realidad de su voluntad.
Hice bien en huir
tras vislumbrar la tracición.
Se hace notoria
la ausencia, más que vana,
del angel
menos perturbador.
Já. ¿Qué? ¿Qué queréis? ¿Que yo me comprometa a quedarme con la primera mujer que me atrae? No, no, no, no... La constancia sólo es buena para los hombres ridículos, pues todas las mujeres bellas tienen el derecho de cautivarnos. Y no por el hecho de ser la primera tienen que robarle a todas las demás la justas pretensiones que tienen sobre... nuestros corazones.
La atracción repentina y fugaz por una mujer desconocida tiene encantos inexplicables. Todo el placer del amor está en el cambio. La dulzura extrema del amor está en el conseguir la presa perseguida. Pero cuando la has poseído una sóla vez, todo acaba. Y no queda nada. Excepto la búsqueda de una nueva presa en un nuevo campo de batalla, quizás, más duro que el anterior.
Y es que en materia de amor, tengo la ambición de los conquistadores: voy de una victoria a la siguiente. Sé que la mujer sabia es un error de la naturaleza, el pensamiento no honra la dulzura de su carácter. La auténtica mujer tiene el sentido a flor de piel y el pensamiento simple. Sólo en materia de amor las mujeres nos son muy superiores. Por que el hombre es libre y dilapida su placer, mientras que la mujer lo ahorra.
Pero parece que algo ha cambiado en este nuevo mundo. Una mujer nueva nace, que piensa tan sólo en su placer y nos utiliza como mensajeros de su felicidad. Dudo que haya alguien que no sepa que la verdadera revolución de nuestro tiempo es el cambio de posición de la mujer. Ahora los hombres no somos más que sus instrumentos.
Mil y doce recuerdos de un monólogo que no se terminé. Pero quedó perfecto.
Dices que he sido algo incomprensivo, despiadado, simple y aveces arrogante. Que he aprendido a recibir los mensajes sin descodificar y que siempre digo lo que pienso.
Pero no ves la parte que has ocultado, ni la forma en que has defraudado. Por eso ya he pasado. Conste que no ando para descifrar, que no oculto ni mi identidad y no digo lo que pienso, siempre pienso lo que digo.
No me duele verte arrastrarte así,
que tus mundanos sean ahora parte de mis ciudades,
que sean propietarios de una vida nueva
los desalojados de tu pequeño imperio.
No dejes que te abrume la culpa,
cuando las falsas caras de desprecio
tornen en risas insulsas.
Fuiste parte de algo grande,
y que fui legado de una brecha.
Ahora domino con parsimonia
los retazos de un mundo bajo El Control.
Y que me duele el dolor
de no sentir pena y ni remordimiento
por dejarte tirada en el frío, sucio y sangriento
suelo de la indiferencia.
Caen estrellas que se pueden tocar
en el fondo del agujero
que ahora es mi realidad.
Se cierne una luz irradiente
alrededor de los muros
en que habitan mis soledades.
Ahondo buscando señales
que me lleven de regreso
al abismo que no quiero abandonar.
Pensé ver anoche un ángel,
que sólo era una mera estrella fugaz
escapada de su triste malestar.
Se renueva una luna
oculta en un manto de niebla
a través del que no se discierne.
Y mientras tanto,
una mentalidad atraviesa mis ideas.
'Dudaré de entre los barcos que naufragaron
el que será mi hogar'
Fue una noche extraña, a pesar de comenzar con la llamada ya habitual. Se quería levantar, y necesitaba ayuda para ello, decía que se asfixiaba. Después de levantarla, la llevé al sillón de la sala de estar, no sin remilgos por parte de los dos. Fue una noche extraña.
Mi insomnio me ayudó, desde unas horas pasada la madrugada, mantenerla despierta, y así almenos, cambiarle el sueño de modo que él pudiera dormir durante más tiempo por las noches. Hice el bien haciendo el mal. Una y otra vez la llamé para sacarla de sus ensoñaciones. Maldito yo, tal vez soñara con una vida fuera de su cuerpo y la pesadez que le hacía arrastrar.
Una vez llegada la mañana, y con el canto del gallo, siempre encaramado a la segunda rama más alta del árbol de la entrada, me fui a la cama. Me perdí las últimas horas. Una vez entrada la mañana.
Ella lo pidió no hacía mucho tiempo, no era el único que sufrió todo el tiempo. Me despertaron las quejas de uno y de otra, mientras él la cambiaba y ella perdía un poco más de su popo honor. Fui egoista. No quería desperdiciar el poco tiempo de sueño que podría tener en los próximos días. Pero al final decidí levantarme y dar algo de apoyo, al fin y al cabo era por eso que tanto tiempo hacía que no salía.
Salí de la habitación y junto con mi padre, le pusimos el pañal. Fue difícil. Por más grande que pudiera ser, no terminaba de quedarle bien. Se dio la vuelta para sentarse en el sillón, agarrada de mi mano, y sin saberlo, justo antes de tocar el sillón y después de que doblara las rodillas, se fue. Un brazo lo agarraba mi padre mientras yo me asía del otro. Ella lo pidió no hacía mucho tiempo, no era el único que sufrió todo el tiempo.
Eran las tres y media, cuando pensé se dejó caer para descansar el cuerpo, que mi padre se fue a terminar el almuerzo. Sopeao. Yo entré en el baño y al salir la vi. La llamé, quería volver a despertarla y decirle que hoy SÍ tenía que comer. Parecía estar dormida, pero no.
Yo recapitulo.
Primero Ella estubo con La otra.
Luego La otra la dejó y le pidió el anillo de vuelta.
Después ella tonteó con Una del pueblo de La otra.
Pero resultó que apareció la de La capital, y se quedó con La de la capital.
La de la capital 'la dejó' y Ella no quiso más.
Hasta que conoció a Aquella.
Aquella la abandonó a Ella, para después querer volver.
Ella volvió a ver a La de la capital, aunque encontró a La del piso.
Aquella ahora está con La otra.
Y Ella con Esta, la de ahora.
La de la capital, no da señales nuevas.
-¿Te rindes y punto?
-No es que me rinda. No veo una verja de espinos y doy la vuelta. Antes trepo por ella, y cuando mis piernas están arañaradas y ensangrentadas por el espino, me bajo y lo dejo.
¿Dónde estaras el dia que caiga la bondad del cielo?
¿Dónde irás cuando tus recuerdos sean meras cenizas que olvides sin pretenderlo?
¿Cuando será el momento de leer la página que estas escribiendo?
Cuando caigas no habrá nadie cerca para oir tu llanto.
Cuando te des cuenta ya seras una flor sin olor.
¿Cómo encubrirás tus mentiras cuando el lobo esté muerto y enterrado?
¿Cómo serás entonces?
¿Alguna vez has sentido el estruendo del rato bajo el párpado?
¿O has querido teñir el lamento de tabaco y arena?
¿Acaso has intentado convertir las necedades en milagros?
Yo sí.
Una vez, y no más.
Un llanto sin dolor,
una pena sin lágrima.
Nunca dos.
Es una coraza,
es un año sin vida,
y un lavabo
con la puerta entreabierta.
Y yo qué sé de todo esto,
sólo soy un titere dentro de una caja de cartón.
Amanece y es sólo una parte más de crecer,
se pone el sol tras las cortinas y es una diminuta mancha tras el cristal del coche.
Vaya suerte la mía, que mi camino se cierra a cada moneda tirada en el suelo.
Siendo mi día, desaparezco y crezco, solo, en el silencio de una vida sin sentido.
Y es cada vez que siento, lo que me recorre por dentro
se para el tiempo para dejarme ver lo que ven desde lejos.
Ya nada es tan normal como lo solía ser,
se quedan piedras por el camino
incapaces de verme caer desde tan arriba.
Queda claro que no es el momento que quiero vivir,
andar es más dificil que sortear minas docoradas con golosinas
atrayentes y descaradamente dulces por fuera.
Mil dudas que se ven resueltas sin necesidad de amargar,
radíca ahí la vagueza de realizar el esfuerzo de permanecer...
Que tengo escondidos los rencores de cada madrugá,
y que en mis momentos de alta tristeza
es mi nauseabunda felicidad altanera
como el gato al ignorar.
Que por más que me enredo en las felices noches de lloros sinceros
no veo el momento de la lucha burlesca deba acaecer
como la sonrisa al pensar en la comisura que hace enloquecer.
La guitarra desafinada y de sólo una abandonada cuerda,
que los besos no curan y hacen pensar el la desdicha del ajeno que te hace subir como levadura.
Como la hinchada y vieja silla
la altura del abandono incierto y encerrado del tiempo es,
de ese instante maravillado de distancia y adorno sutilmente autofragelante
y que no me permite esconderme en mi soledad.
Son demasiados
los sentidos inutilizados,
los reclutas perdidos en la guerra,
los revolucionarios aclamados y callados,
los pies que caminan descalzos
y las batallas perdidas.
Es pronto
para sentirme perdido,
para pedir refuerzos,
para redimirse,
para quedarse parado
y para dar por perdida esta guerra.
Ahí va el corazón,
dejando un rastro para saber volver
si algún día echa de menos los pulmones.
Para otro lado se fueron las tripas,
que se removían al oir
como los timpanos solían rugir
al sentir el hambriento eco de la soledad.
No le des a este cuerpecito,
tan maltratado
como el acero de una afilda espada,
todo lo que quiere sentir,
pues sus manos se trasladaron a ocupar
el hueco de los cansados y desaparidos pies.